Presentó su nuevo disco "Brindando por nada", en un show en donde la banda hizo gala de su madurez sonora, a través de sus refinados arreglos, sin perder de vista el espíritu festivo que la caracterizó desde su irrupción en la escena del rock local.
Desde el furioso arranque con la potente "El amor hace falta", de su último trabajo, hasta el bis final con la emotiva "Mañana en el abasto", un clásico de Sumo, el grupo liderado por Germán Daffunchio mostró sus distintas facetas ante un entusiasta público que no perdió oportunidad de corear el nombre de la banda en cada introducción.
A tono con la propuesta de la placa que ofició de excusa para la gran fiesta, Las Pelotas combinó en dos horas y media de show canciones potentes, mezcla de denuncia y furia, con pasajes más tranquilos y melancólicos, aunque todas ellas bajo un sonido uniforme, en donde ningún detalle fue librado al azar.
En este sentido, Daffunchio ratificó que cuenta con una de las mejores "manos derecha" entre los guitarristas de rock, al tiempo que le sumó matices a su despliegue vocal, con los cuales la banda gana mayor expresividad.
Por su parte, el tecladista Sebastián Schachtel asume un rol fundamental como la gran usina sonora del grupo, con refinados pasajes electrónicos que permiten momentos de ensoñación, aún en los temas más potentes. En tanto, el guitarrista Tomás Sussman aporta riffs, fraseos y solos que, por incendiarios, no pierden su riqueza melódica.
Las bases firmes, potentes y austeras del baterista Gustavo Jove y la bajista Gabriela Martínez crean los climas adecuados, mientras que Alejandro Gómez Ferrero se alza como un "obrero" capaz tanto de tocar una pandereta o rasguear una guitarra criolla, como de protagonizar memorables solos y fraseos de trompeta o trombón, como en la celebrada "Si supieras".
Con un buen juego de luces y pantallas a los costados y al centro del escenario, Las Pelotas abrió el fuego con una seguidilla que incluyó "El amor hace falta", "Combate", "Desaparecido", con recuerdo a Julio López incluido, "Qué podés dar" y "Algún día", en donde "marcó la cancha" a nivel musical.
"Víctimas del cielo", "Cómo se curan las heridas" y "Personalmente" lograron conectar al público con la faceta más reflexiva del grupo, más allá de que se traten de canciones muy coreadas por los presentes.
Tras una docena de temas en donde hubo lugar también para climas electrónicos, como en el caso de "Era", la banda ofreció un pequeño set acústico, casi como un fogón con "una que sepamos todos", en donde se destacaron "Pasajeros" y el hit "Será".
"Había una vez un país lleno de ovejas y corderos", dijo Daffunchio, tras el cierre acústico de ese set con "Quizás no quieras", a modo de presentación de "Corderos en la noche", tema del homónimo primer disco de la banda, en una remozada versión que se caracterizó por las bases de las guitarras, las cuales sonaron como una lectura funky del "Cerca de la revolución" de Charly García.
En mismo tono festivo pasaron otros clásicos de la banda como "Si supieras", "Hawaii", "Hasta el fondo del río" y "Escondido bajo el brazo".
Sin embargo, las grandes ovaciones coincidieron con la interpretación de temas que fueron parte del mencionado primer disco de la banda, como ocurrió con "Bombachitas rosas" y la intensa "Muchos mitos", esta última en parte opacada por la presencia de Gabriel Dabhar como invitado en voz principal, quien contó con una fría recepción del público, acaso por su intento de parecerse demasiado al fallecido Alejandro Sokol, legendario cantante de la banda.
"Día feliz"; "Escaleras"; "Dime", con imágenes que recordaban al ministro de Economía de la dictadura José Alfredo Martínez de Hoz, a quien se lo asoció con una serpiente; y "Se puede romper" sirvieron de preludio para un primer cierre con "Sin hilo", con su vigente crítica a los medios de comunicación, a pesar de tratarse de una composición que tiene más de 25 años.
"Ya vieron que hace años que pedimos justicia", lanzó Daffunchio antes de iniciar el primer bis con la profunda "Esperando el milagro", mientras las pantallas mostraban gráficas de distintas figuras que se recortaban del otro lado de una ventana.
Un segundo bis incluyo una versión de "Capitán América", con Emiliano Brancciari, de No Te Va Gustar, como invitado, en un verdadero descontrol del público que recordó aquellas noches de los inicios de la banda en pequeños sótanos, cuando el grupo intentaba emerger desde las cenizas de Sumo.
"El que no salta es un inglés", coreó todo el estadio, tras el cierre de la canción con las primeras notas del himno estadounidense, las cuales recibieron una estrepitosa silbatina.
"Movete" y una acelerada versión de "Shine" ofrecieron un cierre que no dejó lugar para que el público reclamara nuevos bises, pero la banda tenía una pequeña sorpresa guardada bajo la manga, con una sentimental despedida con "Mañana en el abasto", caracterizada por el onírico clima logrado con los arreglos de teclados.
Este final ratificó que Las Pelotas logró ubicarse entre las mejores bandas del rock argentino, luego de un largo y complicado recorrido, gracias a sus exitosos intentos por reinventarse desde el plano sonoro.
Fuente : telam.com