Huevo en Almagro

El cuarteto de Buenos Aires dio cátedra de rock alternativo: repasaron “Las mil diabluras”, disco que resume el buen momento del rock alternativo argento. Bigger y Nidos, dos invitados de lujo…

Todo el mundo cerca de Avenida Corrientes hablaba de lo mismo: mientras algunos hacían la previa en algún bar cercano a Uniclub, otros ya esperaban en la puerta del Centro Cultural Konex para ver a Huevo, banda que viene insinuando con cometer mil diabluras dentro del under. “Escuchá Huevo”, “Huevo la rompe”, “Entrá que no te vas a arrepentir” le decían a los transeúntes que caminaban por la calle Sarmiento. No era casualidad: el cuarteto liderado por Julián Baglietto viene demostrando desde hace un tiempo que puede insertarse en un lugar de privilegio dentro del circuito rockero, acercándose al sonido prolijo y potente de bandas como Eruca Sativa, Jaque Reina o Bigger. Justamente, compartió la fiesta del fin de semana junto a éstos últimos y a Nidos, grupo que abrió la noche del viernes…

Pisando las diez de la noche, la formación liderada por Julián Ares atravesó la puerta del Konex con un avión cargado de rock que mezcla excelentes matices: buenos arreglos, atmósferas impecables y un gran juego de coros. “Eternos hasta mañana” fue el despegue elegido para un set corto pero contundente: más allá de los inconvenientes previos al inicio de la jornada (lo que obligó a reducir algunas listas), Nidos sigue demostrando que tiene con qué seguir pegando saltos de calidad. A la tranquilidad del inicio, le siguió “Cruz letal”, tan melódica como pegadiza. “Arriesgar”, tema nuevo, fue tan bienvenido como “Perdido”, con Alejandro Saporiti (guitarra), Fausto Aguirre (bajo), Rodrigo Humeres (batería) e Iván Garbauskas (teclado), otro de los momentos top de “Un Avión para cruzar la puerta”. El final fue a puro vértigo: con la gran mayoría del público agitando, “Lobo” (de lo más explosivo de Nidos), sumado al track que le da nombre a la placa. El último fue a pura experimentación: “dónde están los muertos” tiene post punk, atmósfera increíble y viene a ser una continuación de la canción anterior. Así fue Nidos, letales, mortales, atravesaron la puerta a golpes…

Casi diez minutos, ya los Bigger estaban preparados para seguir demoliendo Konex, y de la mano de “El juego” reivindicaron su gran momento: ya con dos Cosquín consecutivos y presencia en los lugares cerrados más importantes de la Ciudad, los también porteños, siguieron presentando Contraviento (su último LP) y no dejan de sorprender a propios y ajenos. “Vuelo en la imaginación” y “De sol a sol” demuestran la ambigüedad que reina en la flamante placa: agresividad y tranquilidad conviven al mejor estilo grunge. El cuarteto detonador, con la voz líder y guitarra de Luciano Negro Villacé, el bajo explosivo de Pablo Inda, la segunda viola de Oliver Knox y la batería de Manuel Fernandez dieron muestra de que van Contraviento y marea dentro del siempre vasto mundo del rock nacional, tan vasto como competitivo. “Mi devolución” agitó a los muchachos, y “Fuegos cruzados” redobló la apuesta: el Negro traduce en las letras lo terrenal que se siente Bigger, sabiendo quienes están de su lado y quienes enfrente. Pablo no paró de machacar las cuatro cuerdas, sobre todo en tracks como “Tan lejanos”. Luego de “Big bang”, el cierre fue a todo trapo con “Humano”, bomba que le da nombre a la otra granada sin seguro de Bigger. Casi una hora con ellos no es apto para cardíacos. Cada vez más grandes, cada vez más ambiciosos…

Justo antes de que llegara la medianoche, Huevo se convirtió en el plato principal de un banquete que hasta ese entonces había saciado pero no empachado de piñas roqueras a los comensales. “¿Qué es esa música, abuela?” rápidamente agitó las piernas y los brazos en la calle Sarmiento, seguida por el excelente combo hard rock-alternativo en “Versos”. La instrumental “Aeroscopía” hipnotizó y deleitó con los riffs de Sebastián Lans y los palazos de Tomás Sainz en batería. Para rearfirmar la variedad estilística de los Huevo, “¿dónde está mi bolso?” destiló reggae y cabezas moviéndose de arriba a abajo como una coreografía perfectamente sincronizada. “Las mil diabluras”, lanzado en 2014, atraviesa ese camino lleno de sorpresas bien narrado por la voz de Julián Baglietto. Pero la cosa se pone mejor en vivo: el cuarteto suena potente y más vertiginoso que en estudio y le da a esas diabluras aún más razones para considerarlas pecado. “Ciudad de pobres corazones”, tan impecable como contundente cover, continuó abriendo ese abanico de sensaciones dentro de la ya entrada madrugada de sábado.

“Yo le vi” suena muy Huevo: voz melódica, guitarra constante y potente, bajo punzante y batería con calidad. A este punto, la parte “indoor” del Konex estaba abarrotada de gente con bebida en vez de sangre y éxtasis al por mayor. La lluvia torrencial distrajo a algunos, pero en el escenario también llovía: era una catarata de canciones detonadoras. El tema que le da nombre al disco bajó un poco los decibeles que se habían elevado con “El que busca encuentra”. Para el final, nada mejor que dos canciones bien contrapuestas: la calma en “Don Horacio” parecía que mandaba a todos al sobre cuando “un día en Serrano” se encargó de meter una patada en la sien y avisar algo que ya muchos habían sospechado desde un principio. Los que se retiraron y empaparon con la lluvia sabatina acababan de ver a una banda con mucho Huevo, que aún está lejos de conocer su techo…
Fuente : bienvenidosalghetto.com