Para 1998 las cosas no andaban bien en Rata Blanca. Los años dorados con Adrián Barilari en la voz habían quedado lejos en el tiempo y ni Mario Ian ni Gabriel Marián pudieron hacer pie en una estructura cada vez más endeble. Tras editar un par de discos con resultados dispares, Walter Giardino, guitarrista y alma máter, decidió poner freno al grupo. Templefue el nombre de su nuevo proyecto solista que le sirvió como vía de escape ante tanta euforia descarriada.
Con un solo disco de estudio, el homónimo editado ese mismo año, la banda sale de gira cada vez que se lo dispone. Por lo general, lo hace con algún invitado de lujo. En esta oportunidad, Joe Lynn Turner (Rainbow, Deep Purple, Yngwie Malmsteen, entre otros) vuelve a ser de la partida para los shows que recorrerán los temas de Walter Giardino Temple y clásicos a los que el cantante estadounidense de 64 años puso su voz en el pasado. “Ya había hecho esto con diferentes cantantes: Doogie White, Graham Bonnet y con Glenn Hughes en Rata, pero lo que más funcionó y lo más natural fue con Joe Lynn Turner, por eso decidí repetir”, cuenta Giardino antes de embarcarse en una gira que comienza el jueves 14 de abril en el Teatro Vorterix y termina el 23 en el teatro del mismo nombre en Rosario. En el medio, Uruguay (viernes 15), Chile (sábado 16), Mar del Plata (miércoles 20) y La Plata (jueves 21) completan la agenda.
A mí me dicen que me vendí por tocar en Tinelli y a Pappo nadie le decía nada por hacer una novela.
¿Temple sigue siendo el lugar a donde recurrís para liberarte de Rata Blanca?
Espero que sí, es mi intención, aunque esta vez la gira tiene más fechas. Seguramente no va a ser todo tan relajado.
¿Por qué creés que todavía hay gente que quiere ver a Temple, siendo que nunca más volviste a grabar un disco de estudio?
Yo creo que Rata es una banda popular, muy grande, que goza de la simpatía de muchos y la antipatía de otros muchos. Los factores de esa antipatía pueden ser relativos, otros justificados. Yo algunas cosas las entiendo y las padezco, no estoy de acuerdo en un montón de actitudes, de forma de ser o de actuar de algunos integrantes, pero a veces hay que acomodarse para que todo funcione y aceptar que hay gente que puede hacer bien su trabajo desde lo profesional aunque filosóficamente viven en otro lado. Ser rockero las 24 horas del día… conozco pocos, y eso a veces se nota. En Temple la gente ve lo contrario que en Rata, algo que no ha perdido la mística por volverse masivo. Tiene otro concepto, mucho más íntimo, mas relajado, no digo más serio, porque Rata Blanca es igual de serio, yo compongo desde la misma manera siempre. Lo que sucede es que Temple fue la liberación de Rata para mí. Y tiene otra energía, es la que llama la atención.
Hablabas recién de las antipatías que genera Rata Blanca. De muchas de ellas sos el destinatario, por ser el que compone y la cara visible del grupo…
[Interrumpe] Pero yo no hago propaganda por televisión, eso preguntale al cantante. De eso no me hago cargo, cada uno que se haga cargo de lo que le corresponde.
¿Cuáles son las antipatías que sí entendés o están justificadas?
Esa por ejemplo, lo que te acabo de nombrar. Quizás hay cosas que yo no haría nunca desde mi lado, y las hace otro integrante. Entiendo que haya gente que le molesta, no lo puedo evitar demasiado. Como líder tengo que mantener un estado, una paz interna dentro del grupo para que siga existiendo. Es un lugar lleno de nafta, es fácil hacerlo explotar. La tensión que se vive dentro de una banda grande es algo que pocos conocen. Al final todos tratan de convivir con sus personalidades.
¿Y cuáles las antipatías que relativizás?
Hay muchas cosas que yo no me las creo, como exacerbar al rock o al metal desde un lugar fundamentalista. Sí creo que hay que defender el espíritu del rock pero tampoco la estupidez de creer que el que dice un discurso es le que tiene la verdad. Sería interesante que se conozcan las personalidades íntimas y no vea solo lo que pasa en el escenario o en el dicen que dicen. Eso funciona mucho en la Argentina. Respecto a mi persona, hay cosas que realmente me causan gracia, pero me tienen sin cuidado. No me interesa la gente que no es inteligente y se cree inteligente. Ya estoy grande como para ponerme a tratar de explicarle a alguien qué es el respeto y que para juzgar hay que ubicarse en tiempo y espacio, y no hablar por boca de ganso.
Soles ser un blanco fácil para todo ese fundamentalismo del heavy argentino; sin embargo, parecés haber salido ileso.
Yo soy Walter Giardino desde que tengo memoria. Antes de tocar en V8, antes de tener mi primera guitarra eléctrica. Ese es mi espíritu, mi realidad. No pasa por otro lado. Yo soy 100% músico, después todo lo que vos quieras. Tengo que dar notas para comunicarme con la gente. Cada vez que me harto y digo “no me importa nada” siempre hay un pedacito que me importa porque hay pibes que viven esa mentira. A mí me dicen careta… yo nací en el Bajo Flores y a los 15 años andaba cargado. ¿Qué me venís a decir a mí que soy un careta? ¿Careta de qué? Pero no elijo dar esa imagen, porque a los que me escuchan yo quiero darles una ilusión.
Otra acusación que se le suele hacer a Rata es que “se vendieron”.
Rata jamás tocó algo que no sea de ellos. Es más, al mismo Tinelli se le armó un quilombo importante en un show en vivo porque quería que toquemos una canción y nosotros no. Eso es ser rebelde, flaco, pararte de manos a un tipo que te quiere pisar u ordenar a vos diciéndote lo que te diría tu jefe. Yo no tengo jefe, por eso toco rock and roll. A mí dicen que me vendí por tocar en Tinelli y a Pappo nadie le decía nada por hacer una novela. Pero eso no se ve, por eso la gente cree que uno tiene lo que tiene porque lo acompañaron, a nosotros nos tiraron piedras de arriba, de abajo, de la derecha, de la izquierda. Y los nuestros, o los que considerábamos nuestros. Nos traicionaron de todos los costados. Yo voy a seguir tocando la guitarra con o sin Rata, porque es mi vida. Cuando estuve un lugar de privilegio lo disfruté y cuando no, me puse a trabajar para volver a lograrlo.¿Creés que hay incoherencia en la cultura rock de acá?
Pasa que si vos te alienás y te autoboicoteás diciendo a todo “no quiero, no estoy de acuerdo, lo odio”, y… vas a terminar solo, es inevitable. “Yo no me vendí”… ¿quién te pidió que te vendas? Tenés que negociar, que es muy diferente, y sacar tu tajada, no seas boludo. Si vos vendés discos hay una gran parte de eso que es tuyo. ¿Ganaste plata con tus canciones? Te felicito, ¿cuál es tu pecado? ¿O te pensás que los pibes de Metallica viven en una villa? Son multimillonarios de 50 palos verdes. ¿Y alguien les dice algo? ¿Les dicen careta? No. Por eso, la incoherencia es imposible de sustentar y de llevar adelante. Viene Maiden y los chiflan cuando saca la bandera inglesa. Si ya sabés que es inglés. O no vayas, o no los chifles de esa manera. Eso es uno de los puntos más complicados y que estaría bueno que los chicos se mentalicen, es cuestión de mentalidad.
¿No hay nada del rock y el heavy argentino que te atraigan?
Yo veo un chico con una guitarra y quiero ayudarlo y le deseo lo mejor. Pero no podés inventar las cosas. Siempre me preguntan cuál es la próxima banda y mi respuesta es la misma: cuando aparezca nos vamos dar cuenta. No es responsabilidad mía ni de nadie. Es responsabilidad de esos cuatro o cinco pibes que se juntan a tocar. Hagan las cosas bien, ciegamente y conscientemente, para llegar a algo. No vivas en una fantasía. Acá hay bandas que meten 50 personas y se creen que son Mötley Crue o Black Sabbath. Se confunden desde el arranque. Hay que saber, tener un proyecto en común y que todos quieran tener una banda que funcione y no importa cómo. En el caso de Rata yo fui líder naturalmente, no porque los amenacé a todos de muerte.
¿Y siempre se plantearon objetivos altos?
Rata nació con el objetivo de llenar estadios. Nosotros debutamos en un teatro con luces, escenografías telón, y nadie había visto una banda de rock metálico hacer eso acá. Estuvimos dos años ensayando para el primer show. Estábamos todos alineados, queríamos lo mismo, eso era lo más importante. [Gustavo] Rowek venía de tocar de V8, él ya había grabado discos y yo no, podría haber delirado cualquiera y sin embargo entendió, sintió que había algo serio y por eso se quedó y siguió. Todo forma un núcleo fuerte que te hace dar pasos adelante. Rata puede ser casi desde lo técnico y compositivo una banda solista mía, pero en otro punto no, yo siempre dije lo mismo. Divido las personalidades. Yo no tengo nada que ver con el cantante de Rata Blanca. Yo me despierto y soy músico todo el día, me voy a dormir y al otro día soy músico de nuevo, desde hace muchísimos años, desde que agarré la guitarra por primera vez a los diez, esa fui mi vida. Después me di cuenta que se llamaba vocación y la seguí con todo mi corazón. Y no me importó nada.